Incidente global: No se sabe aún si se trata de un error de servidor (público), de infraestructura (democrática) o de aplicación (de los principios morales).
Fotografía de Randy Colas. Tomada de: Unsplash
Cómo si esperásemos el descanso de la semana santa como una llegada “anual” del mesías, muchos ansiábamos la florescencia de su nueva (otra) versión. Ésta, que ha sostenido una larga metamorfosis histórica, desde una zona de ritual espiritual fanático hasta la conversión económica al turismo, el viaje, la aventura, la comida… la experiencia. A veces me pregunto, ¿Cuál fue la razón principal de esta evolución non sancta? ¿Será que hemos perdido nuestros valores ancestrales tradicionales conservadores? ¿Nos movemos en un mar turbulento de problemas y poco tiempo para atenderlos, que preferimos perder el alma en los orines cálidos de las piscinas? ¿Nos aterramos al pensar que Jorge Barón tendrá que rebajar su estilo al lavar los pies de un paciente de onicomicosis, el jueves santo? ¿La religión, al igual que la política, también son dinámicas? En estos momentos de dificultad y pecado resultaría inexplicable que no conservemos en Dios las pocas esperanzas de un país, hecho a imagen y semejanza del Diablo.
En mi caso, resulta tentador ser “carguero payanés”, con el firme propósito de sufrir un dolor de espalda, todo para tratar de ofrecer un sacrificio, y sean perdonados los pecados de “aquellos castro-chavistas”, que no son más que refundadores de Sodoma y Gomorra, pero que van a terminar petrificados, como lo refiere el nombre de su líder. Hasta creo, han creado una moneda, para la “profanación virtual”. Sin embargo, no creo necesario que deba ser víctima de tal suplicio, ya que, hace poco me enteré, que un nuevo plan de salvación habría sido diseñado por una nueva raza de hombre pulcros y cristianos, quienes se bautizaron como “los doce apóstoles” y que espero, no vayan a ser víctimas del falso testimonio de los ateos impuros. Para ellos vendrá la “santa inquisición”, pero bajo una nueva versión, solemnes sesiones místicas, donde se incineran las tesis y los libros de todos aquellos que tienen y tenían, como firmé único propósito diseminar su reprochable ideología, cómo la de García Márquez… Un ánima, que como diría la María Magdalena del Uribismo: se merece arder en las llamar de infierno.
Dicho, o escrito lo anterior, estoy más tranquilo. He dejado de rasgar mis vestiduras y volveré a llevar butaca para atender el “sermón de las siete palabras” y promover “la 10K del santo viacrucis”. Dejaré en manos del “señor del ubérrimo”, cual Frodo campeador del “señor de los anillos”, para qué en nombre del pueblo colombiano, desencadene su furia paisa sobre los mamertos orcos, los troles desplazados y los líderes ogros sociales, y extermine, de una vez por todas, el intento de sodomizar y gomorrizar a nuestra patria, al fin y al cabo, ya fue violada por sus padres godos y cachiporros, y ahora pasará a nuevos postores.
En los próximos días, ofreceremos un chanchito, en señal de respaldo a ese “gran colombiano” excelso y puro, quien se sentará a la diestra (jamás a la izquierda) de su sucesor, y a quien apretará los cojones en caso de desviar su atención y quiera pensar y actuar por sí solo. Todo aquel que lo niegue o le persiga, será enviado a una mazmorra, confiada a su fiel fan, “Popeye el terrible” y donde aprenderá del obispo Ordóñez, el milagro de las bodas de Canaán, donde es capaz de convertir votos en puestos, tal como ocurrió en la boda real de su primogénita.
Si el señor nos ampara… ¡Iré a votar!
Colofón: Votaré por cuya idea prioritaria para fundamentar la patria, sea la educación y el ejemplo. No sé si estemos preparados, pero podría ser la oportunidad para tener: “Un presidente profesor”